Reseña de “PAN DE LIMÓN CON SEMILLAS DE AMAPOLA”, de Cristina Campos
¿Qué haríais vosotros si fueseis los herederos universales de alguien que no conocéis? Este es el punto de partida de Pan de limón con semillas de amapola, la primera novela de Cristina Campos que nos desmaraña la historia de dos hermanas, Anna y Marina, que tras quince años sin contacto se ven unidas otra vez por una herencia inesperada, un molino y una panadería. Marina, una médico cooperante en países africanos, y Anna, una señora acomodada en la vida mallorquina, verán sus vidas sacudidas por este inusual legado.
Podríamos calificar la novela como un Bildungsroman al revés, ya que asistimos al desarrollo y la evolución moral, psicológica y social de las dos hermanas desde una madurez, donde lo preestablecido parece inalterable, y no desde la infancia (aunque serán algunos flashbacks los que nos ayuden a comprenderla).
La situación personal de cada una se verá alterada por Lola Molí y su decisión de dejarles la panadería y el molino. Marina y Anna crecen durante toda la historia a base de ir quitándose vendas de los ojos y por fin dejar que la luz de Mallorca inunde sus vidas, cambiándolas de una forma imprevista. Los personajes secundarios como la leal Catalina (amiga de Lola Molí) o Antonio (un antiguo amor de Anna) serán imprescindibles para que nuestras protagonistas encuentren aquello que buscan, sus verdaderos yo.
Pan de limón con semillas de amapola es una historia de lealtad y búsqueda que te atrapa desde las primeras páginas, que mezcla la acidez del limón con el poder relajante de la amapola, que une lo tierno y lo duro, que cura heridas y sana corazones. Sin duda uno de los libros del año.